lunes, 27 de junio de 2011

El síndrome metabólico y los beneficios de la dieta mediterránea

L.N.C.A Tere S. G.
Área de Nutrición. DEPORTMED.

http://www.deportmed.org/

El síndrome metabólico y los beneficios de la dieta mediterránea

El Síndrome metabólico  se define como la asociación de varios problemas de salud que pueden aparecer de forma simultánea o secuencial en un mismo individuo, causados por la combinación de factores genéticos y ambientales que van asociados con el estilo de vida, como la sobrealimentación y el sedentarismo.
Su criterio diagnóstico de acuerdo al IDF (International Diabetes Federation) considera presentar obesidad central (circunferencia de cintura ≥ 94 cm para hombres y ≥ 80 cm para mujeres), más dos de los siguientes: triglicéridos ≥ 150 mg/dl, colesterol HDL < 40 mg/dl en hombres, < 50 mg/dl en mujeres, hipertensión ≥ 130/85 mmHg, glucosa en ayunas ≥ 100 mg/dl o diabetes previamente diagnosticada.
El sobrepeso y el exceso de grasa corporal, en particular la abdominal, son reconocidos como responsables del riesgo vascular y aunados a la inactividad física favorecen el desarrollo de insulinorresistencia, la cual se define como la incapacidad de la insulina para incrementar la entrada y utilización de la glucosa por los tejidos y es la desencadenante de la mayor parte de las anomalías.
La presencia del síndrome metabólico se encuentra relacionada con un incremento de riesgo de diabetes, enfermedad coronaria y enfermedad cardiovascular, lo que aumenta significativamente la mortalidad, además en pacientes con este síndrome es frecuente el hallazgo de síndrome de ovarios poliquísticos, hígado graso no alcohólico, asma y apnea del sueño.
Dentro de los patrones dietéticos, la dieta mediterránea, definida como una dieta saludable, se ha visto relacionada con una menor incidencia de diabetes, cáncer y con una reducción del riesgo de muerte, al ser baja en azúcares simples, rica en fibra y baja en grasas saturadas. Ésta dieta se caracteriza por un elevado consumo de verduras, leguminosas, frutas, frutos secos, cereales integrales y aceite de oliva, moderada a alta ingesta de pescado, moderado a bajo consumo de leche y queso, baja ingesta de carne y una moderada y regular ingesta de vino en las comidas.
Por lo tanto la modificación de los hábitos alimentarios, la reducción de peso y el incremento de la actividad física conducen a la reducción efectiva de todos los factores de riesgo cardiovasculares al mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular.

L.N.C.A Tere S. G.
Área de Nutrición. DEPORTMED.